Para hacer de este mundo un lugar mejor para todos se debe ser consciente de las dificultades a las que, diariamente, las personas con capacidades disminuidas o los ancianos se enfrentan. Lo que para la mayoría de la población no es más que un simple escalón, para aquellos que van en silla de ruedas significa un muro dificil de superar. Las barreras arquitectónicas en las ciudades o en los propios hogares deben ser eliminadas en post de la mejora de la calidad de vida de un amplio sector de la población.
Mientras que para la calle estas mejoras dependen de los distintos gobiernos, dentro de la vivienda es exclusiva responsabilidad de sus habitantes conocer e implementar medidas que eliminen estas barreras. La sustitución de una bañera por una placa ducha, la ampliación de las puertas, la ubicación en altura de interruptores, tomas de corriente, elementos mal fijados al suelo, como cables, alfombras y felpudos, la adaptación de los muebles de la cocina o del cuarto de aseo y, sobre todo, la subida o bajada de las escaleras son las barreras más comunes dentro de los hogares.
Argentina tiene todavía un largo camino por recorrer para eliminar las barreras arquitectónicas que cubren todas sus calles, edificios y el transporte público, pero no solo en espacios públicos e infraestructuras. Este país también tiene mucho trabajo por delante para concienciar a sus propios ciudadanos para colaborar en este sentido. Y es que no son pocos los que con su actitud, dejadez e irresponsabilidad dificultan aún más el día a día de las personas que lidian con minusvalías o con una edad avanzada que les hace tener disminuidas sus habilidades motoras.